Creo firmemente en ti, Malena. Creo tanto que me pesan los brazos de sujetar tanta confianza rota, que se me inyectan los ojos en sangre si me encuentro con tus rizos por la calle. Creo, Malena, que como lea otro puñetero artículo firmado por ti en el periodicucho del pueblo no podré controlar lo que creo. Pienso que me dueles, chica de mirada sideral, que me aburre tu sonrisa en la foto que tengo en la cartera, que es tu belleza entera la que me molesta. Creo tantísimo en ti, tantísimo, que no podré con otra llamada de madrugada, a destiempo, pidiéndome cualquier cosa, que te doy la mano y me coges el brazo, después de cortármelo, claro. Y mutilada persigo a otras gatas, más enfermas aún que tú, y sujeto, todavía, la confianza rota. Prohibiéndome dar un paso atrás o adelante, como siempre mi lugar está a tu lado aunque tenga a otra chica entre las piernas, cortándome el otro brazo, despeinándome las pestañas con su foto, la que llevo en la cartera. Y el pelo rizado sigue estando bien si lo lleva otra cabeza y sigue estando bien hacer tonterías en el Macondo y sorprenderme como una cría cuando suena el teléfono aunque el sol ya se haya puesto. Pero te lo advierto Malena, te lo repito para que te enteres de una vez, creo en ti, sigo creyendo en ti a pesar de saber que todo lo que eres me incordia, me perturba, me machaca y me aplasta. A pesar de creer firmemente también que eres una grandísima hija de puta, cariño.
cuento cuentos
me cuento cuentos a mí misma
cada noche
para recordarme la ilusión que perdí
(...)
cuento cuentos
me cuento el mismo cuento cada noche
para decirle al futuro
cómo tiene que ser
*DÉBORAH VUKUSIC. Guerra de identidad. Baile del Sol, 2008.
5 comentarios:
Sin palabras... :)
Curiosa coincidencia la de mi nick, no nos conocemos.
Se puede creer firmemente en alguien?
un saludo
"Cuando la vida se detiene, se escribe lo pasado o lo imposible", me citas.
¿Y porqué no escribir de sueños...?, te pregunto.
Tu texto está lleno de una intensidad que se ve mutilada por el peso del tiempo inexorable, como tus brazos.
A veces no sé de dónde sale la fuerza y la fe... para seguir confiando en lo que nos está partiendo.
Ahí esta la gracia de los escritos, de la ficción ambigua, en la mezcla de pociones reales e inventadas. En saber qué elementos químicos son los que sólo acontecen en nuestra imaginación imprenetable... y qué sustratos pertenencen a nuestra experiencia próxima o lejana en el tiempo.
¿Y porqué crees que nos arriesgamos a caminar a ciegas hasta agotar la fuerza, la valentía...? Quiero decir, ¿porqué llevar la situación hasta la pérdida de la esperanza y no frenar antes, cuando aún no nos hemos quedado despedazados durante el camino?
Al final no se pierden sólo brazos ni la esperanza, se pierde la inocencia...
¡Oh, no! Yo no hablo de controlar a la perfección los sentimientos, eso sería como robotizar la especie humana. Y creo que no puede haber nada más triste que dejar de sentir... en todas sus formas, porqué las conjugaciones de emociones se prolongan hacia la infinitud.
Yo hablo de otra cosa, quería decir, que, aunque nos dejemos llevar y sintamos, y al desear demos ese primer paso y nos perdamos..., ¿porqué cuándo hay veces que una misma ya sabe que no va a buen puerto, sabe que se va a terminar o que ya ha terminado, que toca olvidar... desprenderse de esa ceguera, lo alargamos hasta que el cuerpo no puede más? Si en la realidad palpable de mundo ya hacía tiempo que se había acabado. A veces agarrarse a esa esperanza o a ese quizás o a los dichosos condicionales "y si...", sólo hace que retrasemos lo que tarde o temprano hay que hacer... Está ahí mi cuestión, en el porqué de ese masoquismo...
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