¿Y tú? ¿Tú estás invitado a mi entierro?

Ellos susurran paciencia, mientras yo me como las uñas dentro de esta jaula.
Más que susurrar imploran calma, pero no puedo dejar de ser como soy o de hacer lo que hago. Me piden eso que (ya) sabes y yo me quejo de esta situación y de este estado, de la celda fría, húmeda y pequeña en la que estoy metida, porque aquí no llega el aire, aquí no hay ni una triste corriente que me ayude a seguir, aunque sea estáticamente. No saben quién soy. Ven lo que quieren ver: Un cuerpo, algo material, tal vez simple, simplificado, vulgar, tan parecido al resto que carece de importancia. No tienen ni puta idea de quién soy. Porque esto va más allá de las cosas tangibles (o creíbles) por ellos. Me gusta pensar que soy algo más. Pero ellos no me lo dicen. Y –ellos- son los que me hacen y me construyen. Poco importa lo que yo piense, lo que yo crea. Es el resto del mundo el que crea mi identidad y le da forma. Yo no puedo decir nada, nadie me ha dado vela en este entierro (aunque tal vez sea el mío)

Saben que yo intento comprender, comprenderme, pero siguen dando órdenes, siguen creando estúpidas frases que (no) me definen, siguen mintiendo, inventando, rodeándome de calumnias, de falacias absurdas... y ya no me queda nada más que creer en ellos, en sus decisiones, en los caminos que me marcan, que me delimitan. Porque nunca dejan de observarme sin verme, tienen una venda en los ojos que les impide ver la realidad, pero hace ya mucho tiempo que han dejado de creerme, y sólo tienen en cuenta sus mentiras, sus ideas, sus deseos. Y poco importa lo que piense yo, lo que sienta yo... poco importa las etiquetas que me quiera colgar, porque las únicas válidas (hoy por hoy) son las suyas.

Me parece que tú, sí tú, todavía tienes derecho a opinar.

Y hoy... ¿Cómo crees que soy hoy?

*Coge un pósit del color que quieras y pégalo sobre mi cuerpo. Hoy es tu día. Hoy estás de suerte. Seré tal y como tú quieras que sea. Ya me he cansado de luchar*

¿Cómo cambian las cosas, hum? (Date un paseo por aquí)