2.4.10

Eras una funámbula


En la casa había una mesa, en la mesa una caja y dentro de la caja un circo. Nosotras aplaudíamos dentro, maravillados por el espectáculo: payasos, contorsionistas, trapecistas, fieras y domadores. Cada número era mejor que el anterior, más arriesgado, más diferente. Reíamos al ver una y otra vez las pelucas de los payasos, estallábamos en expresiones de asombro al ver a El Gran Ricardus acariciar a los leones. Nos encogíamos sobrecogidas cuando metía la cabeza dentro de la boca del tigre blanco. Los números musicales nos maravillaban, comíamos palomitas y algodón de azúcar y con la boca llena tarareábamos las canciones. A la salida nos cogíamos de la mano y bajábamos por las gradas del gallinero para poder saludar y ver de cerca de los artistas. Abandonábamos la carpa eufóricas y felices cada vez. Pero fuera de la casa, fuera de la mesa, fuera de la caja y fuera del circo no sabíamos ser nosotras y entonces nos quedábamos muy quietas, temblorosas, anhelando las discusiones, los dramas y los insultos que tú lanzabas llenándote la boca de barbaridades.

2 comentarios:

miau dijo...

uf! Nos toca hablar :)

efectoasis dijo...

¿Y cómo ser funambulista si al despertar ya no hay cuerda a la que retar? Precipicio al vacío... o jugar a qué la línea de las baldosas es un hilo fínisimo que te desafía...