3.12.09


¿Qué importa si te hablo del frío que hace aquí, de la gélida humedad que te cala los huesos? ¿De qué sirve que te cuente que no hay descanso, que las extremidades se te entumecen una por una? ¿Para qué voy a molestarme en hablar de lo que siento cuando mi cuerpo se queda sin sangre por partes porque mi corazón no es lo suficientemente poderoso como para bombearla? ¿Serviría de algo hacerte saber que el dolor que me recorre el cuerpo cuando la sangre, enraizándose, vuelve a fluir no tiene comparación posible que pueda hacer? ¿Olvidas acaso que mi lengua siempre ha estado adormecida, pastosa, pegada a mi paladar, esperando quizás que las costuras de mis labios fuesen retiradas? ¿En serio consideras necesario que te hable de mis manos y de mis pies hinchados por el frío, desproporcionadamente hinchados, como si un globo fuesen?

Para qué voy a contarte todo esto, querrás venir igual, querrás entrar igual en este mundo de hielo, vientos gélidos y humedades mohosas. Advertir nunca sirve para nada. Así que entra porque quieras, no porque yo te lo haya pedido.


PD: Ayer soñé que tenía necrosado el meñique del pie izquierdo.




"Y si necesito amor, encenderé el radiador"

1 comentario:

Estepa Grisa dijo...

Esa última frase es de Manos de Topo, no?

Qué poesia tan atípica. Qué grande.