
Cuando te decía que tu sabor tenía que ser ácido y fresco y matizaba que no era el ácido que conocemos, era incapaz de compararlo con algo; ahora sé que sabes como las fresas cuando aún no han madurado del todo. Y al final, al quedarte dormida de lado acurrucada sobre ti misma tu sabor se vuelve dulzón, como las fresas que te gusta comer.
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