Pinté -un día- lágrimas falsas en tu rostro desnudo
y las repasé con mi rotuladorfinoescribe CDs
pasadas 24 horas ya sólo quedaban los vestigios
de mis desesperadas ganas de hacerte sufrir.
Entonces me di cuenta de mi error
y decidí borrarlas con alcohol:
froté y arañé
tu cara hasta que quedó colorada
como tu corazón.
Y es que a veces es peor el remedio que la enfermedad.
1 comentario:
no, transtornada no...
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