4 años después
Un hombre caminaba lentamente por las calles, ya desiertas, de Yirath. Las campanas de la Iglesia daban las 12 y apenas se escuchaba ruido alguno. El hombre caminó hasta el mercado y se sentó en un banco de piedra.
Eloisa lo veía desde la ventana de la casa dónde vivía con los Bertran. Sintió miedo. Hacía muchos años que la túnica morada con el blasón de los Clermont bordado en el antebrazo estaba tan cerca de ella. ¿Qué podía hacer aquel hombre allí? No era lógico, aunque tal vez fuese sólo simple casualidad.
Todos los Bertran estaban descansando, al día siguiente había una feria y ellos participaban con su puesto de armas. Tendrían mucho trabajo. Ella también debía acostarse.
Eloisa miró una última vez hacia la calle, cerró la ventana y se echó a dormir.
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