14.8.25

No sé

 Un chico alto, lánguido, con coleta baja pasea delante de mí. La mirada fija en un libro, los ojos recorren palabras que yo no veo. En el banco, dos chicas se abrazan, murmurando secretos que nadie escuchará. En el bar, una mesa de nueve obreros —de veinte a sesenta y cinco años— toma café, cada sorbo un pequeño ritual de su rutina. Y a mi lado, un matrimonio de ochenta años lee el periódico, y la muerte parece acompañarlos en silencio, con su hábito invisible.


Yo, en medio de todo esto, bebo una cerveza, escucho The Girls de Dommin, y pienso que ahora suficiente tengo con existir como para preocuparme de hacerlo con elegancia. Los días van pasando así: desconectada de la que era, conectada a la que seré. Ahí estoy, suspendida en el limbo, entre miedo y ganas, con el cerebro al ralentí y el corazón acobardado. Como un espectador de mi propia vida, pero demasiado dentro de ella para mirar desde fuera.


Cinco chavales casi adolescentes cruzan Bizcaia arriba, jugando. Un coche de la Urbana pasa demasiado cerca. Uno de ellos se detiene, jadeando; los demás ríen nerviosos. Qué contrariedad. La vida sigue, ajena a mis pausas, recordándome que existir no siempre es elegante, pero siempre es urgente.


29.7.25

De mis entrañas, para ti.

 Elegí con la cabeza en vez de con las entrañas. 


Lo siento en lo más profundo. Lo siento porque no quería apagar tu luz, tu luz brilla infinito.


Conectas conmigo en 1.001 niveles. Tocas partes de mí que nadie ha tocado en 1.001 años. Vibras en mí y yo vibro en ti. 


Aún así elegí con la cabeza, haciéndote daño y haciéndome daño. Quedándome con la duda de lo que hubiésemos sido, elegí lo fácil, actué por pánico.


Sigo sin saber qué quiero porque tengo un ascendente libra de manual: lo quiero todo y no quiero perderte.

31.7.15

Historias para no dormir.

El pasado ha dejado caer su peso sobre mí; Con diez años de retraso e irreverentemente y no sé cómo sentirme: Por un lado me deja indiferente y por otro me hace recordar y revivir el dolor más grande que he sentido nunca. Ahora diez años después comparo lo ocurrido con otras situaciones que he ido viviendo y no encuentro una que se parezca. Puedo afirmar y afirmo que de todas las parejas que he tenido es, sin lugar a duda, la que peor se portó conmigo y la que más consecuencias provocó en mi vida.

Diez años menos de experiencia hicieron que fuese fatal para mí y que consintiese cosas que nunca consentiría. Diez años menos hicieron que fuese perfectamente manipulable en nombre del amor y que cavase mi propia tumba.

Los amores adolescentes tienen algo de destructivos, de inmaduros; y de dolorosos; y de ingenuos. Igual que el adolescente en sí mismo. Tu padre lo sentenció muy bien: "Sois muy jóvenes y vais perdiendo trocitos de alma"

Me hacía muchas preguntas a ratos. Muchas preguntas. Porque me acordaba de aquello como si me acabase de suceder  y me enfadaba y te miraba en la puta foto de perfil y te recordaba y me cagaba en tu puñetera mirada sideral de adolescente caprichoso y en mi puto comportamiento de adolescente ingenua. Y después de pensar todo esto me arrepentía. Profundamente. No de ti sino de mí. Me avergonzaba de mi capacidad vital para estropear lo que aún no se ha construido.

Vivimos una novela de Almudena Grandes. Una gran tragicomedia, con sus bufones, su verdugo, sus víctimas y sus ironías. Conejos blancos pintados con tipex en un muro. Necesidad de huir y sexo del guarro. Con estos ingredientes nunca hubiese podido salir bien. Así que le puse un bonito final, bien dramático; tiré tu alianza al mar y quemé las libretas azules para que se llevasen todos mis sentimientos el Atlántico y el fuego.

Se los llevaron.

Y ahora estabas en el pozo de la indiferencia de donde nunca deberías haber osado salir.

(Al menos por vergüenza)